Conozco una rotonda que produce el efecto contrario del que busca. La que está sobre la M-50. Sí, es sorprendente, porque en teoría una rotonda se pone para evitar atascos, pero en esta, gigantesca, los provoca.
El problema es precisamente el radio que tiene. Como es tan grande le da tiempo a los coches a coger velocidad dentro de la rotonda, por lo que los que quieren acceder a ella no se atreven. El resultado son los grandes embotellamientos que se producen para incorporarse.
La solución la veo sencilla. Ya está ensayada en la rotonda que da acceso al Gran Plaza 2. No es otra cosa que poner badenes, lo que evita que los coches hagan rallies dentro de la rotonda. Al ir más despacio permitirá salir a los que se quieran incorporar. Y todos contentos.
El único problema -supongo- es que la susodicha megarrotonda es competencia del Ministerio de Fomento. Por lo menos el Ayuntamiento debería solicitarlo para facilitar la fluidez del tráfico. Y si el ministerio se hace el orejas, habrá que mandar una nota de prensa a los periódicos.
Venga, va, Javier Úbeda, lúcete. Que esto es fácil, para empezar.