Bajamos del coche, ponemos el ticket del parquímetro, y encontramos a una pareja de ancianas sentadas en un banco. Parecen estar disfrutando del sol, y al preguntarles su opinión sobre el anterior alcalde, se alteran: «Si es que se veía venir, todos los políticos son iguales. Cogen un poquito de allí y otro poquito de allá, y al final, la crisis nos afecta a los demás».
Seguimos bajando por la calle y vemos a un señor de unos 45 años de edad. Se llama Arturo López y está en la parada de autobús esperando a que vuelvan sus hijos del colegio. Nos cuenta que él no cree ni en la prensa ni en los políticos. «Que haya dimitido el alcalde no significa nada. Hay que ser más objetivos y menos alarmistas. En este país estamos acostumbrados a juzgar demasiado rápido, y sobre todo, a juzgar sin saber».
Entramos en una cafetería, y allí nos atiende Ángel García. No hace falta que le digamos que somos periodistas, él nos ha 'calado' y tiene muchas ganas de hablar. «Llevo tiempo diciéndoles a mis clientes que ese tío -el ex alcalde- estaba haciendo trapicheos con el dinero que pagamos todos los vecinos. ¡Hasta tiene casas en Miami Beach!». Un cliente que se tomaba un café en la barra no puede evitar meterse en la conversación. «Ángel no seas forofo, que estás todo el día igual. ¿Acaso se vive mal en Boadilla? Además, que todavía no se sabe nada, sólo ha sido imputado».
Salimos. A pocos metros, una mujer nos da la clave del aire que se respira ahora en el municipio: «Yo no sé si son verdades o mentiras, lo único que sé es que ya se ha ido la tempestad y ha salido el sol».