El pasado político de Ana Garrido, lo quiera o no, se remonta mucho antes de la fecha en que testificó en el caso Gürtel contra Arturo González Panero. Su pasado, de hecho, y eso no hay quien lo mueva, se vincula en muchas etapas y distintos niveles con el del ex alcalde, hasta que en un corto lapso de tiempo surge el escándalo de corrupción (que ella denuncia) y González Panero rompe su relación conyugal con Elena Villarroya, íntima amiga de Ana Garrido desde que ambas cursaron juntas Magisterio en el centro La Salle.
Prácticamente, Ana Garrido rompe lazos con González Panero casi al tiempo que su ex mujer.
De manera que tal vez el ex alcalde estimó que debía ser degradada a sus funciones básicas y abandonar el despacho que ocupaba por las mismas razones que, en reiteradas ocasiones, habían servido para avalar su idoneidad, que no juzgamos.
Tampoco parece extraño, aunque corresponde a la Justicia sentenciar, que en un equipo ajeno, y tan distante, al de Arturo González Panero, se renueven las pautas, maneras y personas con las que gobernar. De hecho, y ése es el dato, no queda nada ni nadie en el Consistorio de Antonio González Terol relacionado con la trama Gürtel. Y no es por mobbing, desde luego.