Las asociaciones de espectadores y radioyentes promoverán la exigencia de mayores niveles de calidad en la programación televisiva y la extensión de planes educativos en el uso de los medios de comunicación, según las conclusiones del último encuentro de la Alianza Europea de Asociaciones de Espectadores y Radioyentes -Euralva-, celebrado en Madrid con el título «Creando círculos de confianza».
Atrás queda la etapa de quejas y protestas, y ahora se impone «una nueva era de colaboración y confianza», según el presidente de Euralva, Vincent Porter, que detalló algunas de las líneas de actuación. En su opinión, las medidas preventivas o la actuación de consejos que interfieren en las líneas editoriales se ha demostrado inútil, sobre todo en una oferta audiovisual multiplicada; por eso es necesaria «la actitud activa del espectador y la exigencia de una mayor calidad a las cadenas por parte de todos los consumidores».
En la misma línea se expresó Íñigo Millán-Astray, presidente de ICmedia España. Esta entidad, que agrupa a 17 asociaciones de diferentes comunidades autónomas, ya ha puesto en marcha otra fórmula para que la exigencia de calidad sea eficaz: la formación de los usuarios para fomentar en ellos una actitud responsable y activa. De hecho, varias de las asociaciones integradas en ICmedia llevan tiempo ofreciendo cursos en centros educativos.
Por ejemplo, Telespectadores Asociados de Cataluña -TAC-, lleva a cabo el Proyecto de Educación Audiovisual «Aprende a mirar» en colegios de diferentes ciudades. Además, su portal www.taconline.net ofrece abundantes recursos informativos y la programación diaria de televisión, que puede insertarse en la página web de los colegios.
El encuentro organizado por Euralva e ICmedia fue precisamente una manifestación de cooperación con productores, profesionales y estudiosos de los medios de comunicación, en la búsqueda de programas con mayor nivel de interés. Según Francesc Escribano, director de contenidos de Notro TV: «Los espectadores cada vez soportan menos que les traten como a un número, son más exigentes y activos, por eso la convergencia con otras pantallas ha de ser un estímulo para la calidad. El reto de las cadenas no es tanto añorar beneficios sino no olvidar a sus principales clientes: los espectadores». En su opinión, «hay que buscar talentos y reclamar mayor capacidad de riesgo a las cadenas».
Esta idea también fue ampliamente expuesta por Alfonso Sánchez-Tabernero, catedrático de empresa Informativa de la Universidad de Navarra, quien aseguró que no hay que tener miedo a innovar: «La multiplicación de la competencia en el mercado audiovisual obliga a más calidad y por eso hay que equilibrar el afán de lucro con el futuro de la compañía o, lo que es lo mismo, conseguir la confianza del público». Sánchez-Tabernero abogó por una calidad capaz de medirse por estándares profesionales, en la que confluyen elementos objetivos –estéticos, éticos, de narrativa propia– y subjetivos. «El público a veces puede ser errático, pero la empresa debe mantener su personalidad». Otras notas de la excelencia de los contenidos son la creatividad, el diseño formal, la cercanía geográfica o emocional y la capacidad de divertir o captar la atención.
La directora de programas de Antena 3, Ana Rivas, coincidió con las asociaciones en la necesidad de adoptar un papel más activo sobre la programación. «Es muy difícil definir la calidad –afirmó–, pero está claro que hay que rechazar programas que incluyan aspectos íntimos y vergonzantes, o presenten desviaciones psicopáticas; incluso hay informativos que materialmente asustan y deberían rechazarse».
Rivas abogó por una fórmula maestra que combine «sentido común, buena educación, ética y educación en las audiencias», aunque aclaró que la obligación de educar «no recae en la televisión sino en los padres y las escuelas».