Sin embargo, además del publicitario cabe también un análisis sobre los efectos educativos del nuevo fenómeno, mucho más interesante cuando se habla de centenares de miles de usuarios en un único país y de un público juvenil.
Un primer aspecto de la vida de los jóvenes que preocupa a los educadores desde los años noventa es la llamada bedroom culture: para la juventud, el dormitorio se ha convertido desde entonces en un santuario personal, en un espacio donde los adultos no tienen cabida, y que raramente es compartido por sus hermanos, y en el cual aparece representado el universo de los jóvenes. Se trata, según Ignacio Bofarull, de un tipo de joven que «cada vez es menos agobiado por unos padres que cada vez tienen menos tiempo y cada vez pueden supervisar menos a sus hijos en un mundo que les es cada vez más lejano e inaccesible». ¿Qué efecto tendrán las redes sociales en esta nueva Cultura que pervive desde los noventa?
Pero el análisis de Tuenti como realidad con efectos sociales no puede hacerse sino teniendo en consideración el perfil mayoritario de quienes lo usan. Y una inmensa mayoría son universitarios -34.000 estudiantes de la Universidad de Sevilla, 30.000 en la Complutense de Madrid, etc.-. Edad: entre 18 y 23 años. Lo cual quiere decir que suelen ser universitarios en activo. Si cruzamos este dato con el tiempo medio de uso diario de Tuenti que contabiliza la consultora Nielsen, y con las actividades que realizan dentro de la red, surge una primera inquietud: ¿cuentan los universitarios españoles con ese tiempo diario para una actividad semejante?; ¿afectará esto a su rendimiento académico?
Menos racionales y más emotivos
El análisis de las tareas que los jóvenes desempeñan en Tuenti también da que pensar sobre sus efectos socializadores y académicos. Aunque las redes sociales nacieron en un entorno universitario y como modo de intercambio de conocimientos en el ámbito académico, esta utilidad no es la más desarrollada en Tuenti. En un interesante estudio titulado 'The Protean Self: human resilience in an age of fragmentation', Robert Jay Lifton define a esta generación puntocom como seres humanos 'proteicos' que viven en un mundo de cuñas sonoras de siete segundos; acostumbrados a acceder, perder y recuperar la información rápidamente; disponibles para prestar atención pero sólo unos instantes; poco dados a la reflexión, si bien más espontáneos; gustan de ser valorados más por su creatividad que por su laboriosidad.
Concluye Lifton diciendo que «son más terapéuticos que ideológicos, y piensan más con imágenes que con palabras. Aunque su capacidad de construir frases escritas es menor, es mayor la de procesar datos electrónicos. Son menos racionales y más emotivos». Desde esta perspectiva, Tuenti aporta herramientas novedosas para el desarrollo de las cualidades positivas de esta generación, pero puede agudizar las negativas.
Para muchos, la gran desventaja de Tuenti está en que fomenta la superficialidad en un escenario por el que circulan jóvenes obsesionados con el estilo, la moda y la innovación, pero que manifiesta carencias en la capacidad de reflexión, necesaria para anticipar y valorar con acierto los proyectos vitales y las consecuencias de sus acciones y gestos.