A todos nos apena el sufrimiento ajeno ante el final de la vida. Es más, todos deseamos afrontar nuestra propia muerte sin dolor, todos queremos estar bien atendidos médicamente y todos ansiamos la compañía de nuestros seres queridos. ¡Pues no. Todos no! Los defensores de la eutanasia aún no se han enterado de que gracias a la medicina en cuidados paliativos es posible lograr un final de la vida sin tener que soportar un sufrimiento indecible. Y se han olvidado de que la cercanía y el afecto de los familiares son para el enfermo alivio espiritual y una gran ayuda para afrontar con dignidad sus últimos momentos. Que se lo pregunten a la doctora Sylvie Menard, partidaria de la eutanasia hasta que le llegó la hora: “cuando me puse enferma, cambié radicalmente de postura (…), voy a hacer todo lo que pueda por vivir el mayor tiempo posible”. Es de sabios rectificar, y en cuestiones como la vida misma, más. Enhorabuena Dra. Menard.
A todos nos apena el sufrimiento ajeno ante el final de la vida. Es más, todos deseamos afrontar nuestra propia muerte sin dolor, todos queremos estar bien atendidos médicamente y todos ansiamos la compañía de nuestros seres queridos. ¡Pues no. Todos no! Los defensores de la eutanasia aún no se han enterado de que gracias a la medicina en cuidados paliativos es posible lograr un final de la vida sin tener que soportar un sufrimiento indecible. Y se han olvidado de que la cercanía y el afecto de los familiares son para el enfermo alivio espiritual y una gran ayuda para afrontar con dignidad sus últimos momentos. Que se lo pregunten a la doctora Sylvie Menard, partidaria de la eutanasia hasta que le llegó la hora: “cuando me puse enferma, cambié radicalmente de postura (…), voy a hacer todo lo que pueda por vivir el mayor tiempo posible”. Es de sabios rectificar, y en cuestiones como la vida misma, más. Enhorabuena Dra. Menard.