A más píldoras, más embarazos, más abortos y más enfermedades de transmisión sexual. Sólo en EEUU hay 3.2 millones de chicas infectadas, el 26 % de las de su edad. Eso aquí no va a ocurrir, claro, porque invertimos en campañas de prevención sexual de manera generosa (1,4 millones costó la realizada el año 2004). Pero debemos preguntarnos algo: ¿por qué las campañas tradicionales de prevención de embarazos han sido tan poco eficaces? Ni el preservativo, ni la píldora a discreción han logrado nada. Todo apunta a que la educación sexual planteada como aprendizaje es un parche poco más que insuficiente.
Si alguien quiere replantearse algunas cosas, le interesará saber que empieza a haber consenso entre los expertos. Así lo recoge la revista The Lancet y lo recomienda, en un reciente informe, la Academia Americana de Pediatría: “hay que promover la abstinencia sexual entre los pacientes adolescentes en el momento apropiado”. No sé si lo dicho hasta aquí resulta o no apropiado, pero creo que ha llegado el momento de dejar de hablar de “sexo seguro” y promocionar el “sexo responsable”. Hagamos caso, por una vez, a estos americanos. No es ofensivo escarmentar en cabeza ajena.