Después de tanto tiempo sin mover el coche, muchos están viendo al arrancarlo que el tiempo parados no siempre le sentó bien.
Las baterías descargadas están siendo el primer escollo. Tanto tiempo sin recargar ha hecho que muchas de ellas hayan decidido dejar de funcionar para cuando se ha necesitado de su energía, con lo que ha hecho falta tirar de profesionales y de proveedores como repuestosauto.es para poder hacerse con una nueva.
A esto se suman las bujías. Aunque no es algo tan habitual, lo cierto es que esta pieza está siendo también clave en esta vuelta al vehículo.
Esta pieza es la encargada de conseguir el encendido en la cámara de combustión. En realidad, su función es prender la mezcla del pistón, compuesta de aire y gasolina.
Después de meses, en muchos casos, los conductos han quedado casi secos de aceite, combustible y demáss líquidoss precisamente porque se han “posado”, de ahí que resulte en algunos casos no tan sencillo que arranque a la primera.
¿Qué hacer en estos casos? Pues lo primero, que no cunda el pánico.
En talleres de confianza se encargarán de revisar si es necesario cambiarlas o tan solo están dando problemas puntuales.
Para empezar, hay que calcular cuál fue el último cambio. Normalmente es necesario reemplazarlas cuando el coche haya circulado entre 30.000-60.000 kilómetros con ellas. Habría que ver cuál es la recomendación del fabricante para seguirla.
Si previamente también se había detectado que el coche no respondía en potencia como antes, es probable también que fuera un mantenimiento que hubiera habido que hacer. Si es así, es el momento de apostar por el cambio para conseguir que el rendimiento y la optimización de la potencia del motor sean máximas en la vuelta a la circulación.
Otra pista tiene que ver con el combustible. Si se había ido notando que cada depósito duraba menos, es decir, que el vehículo cada vez consumía más en los mismos desplazamientos y velocidad media aproximada, es señal de que es el momento de apostar por el cambio de bujía.
Las consecuencias de obviar todas estas señales son no solo más consumo y menos potencia sino también más emisiones, lo que hace que, si coincide también con el periodo en el que hay que pasar la Inspección Técnica de Vehículos, pueda complicar el conseguir la renovación de la misma.
En definitiva, hay que hacer caso de lo que recomienden los mecánicos y de las sensaciones que, como conductor, se tienen del desarrollo corriente del coche.