Ya decía yo que esto era cuestión de tiempo. Que bien pronto pasaríamos, en Boadilla, de ser un pueblo de políticos caciques a una gran ciudad. De que los representantes de los ciudadanos dejen de moverse por intereses espúreos y representen verdaderamente a las demandas de los vecinos.
Y aquí termina un modo de hacer política, representado por una larga lista de advenedizos de todos los colores que desde hace muchos años tomaron a Boadilla como rehén de sus ambiciones.
De políticos generacionales, cuyo oficio pasaba de padres a hijos para mantener el estatus de persona importante en su pueblo. De representantes sectarios de grupúsculos formados en una visión aldeana de la existencia.
Adiós al apagón informativo a los periódicos que no pensaban como ellos. Adiós al intento de mordaza para quienes les criticaban.Hasta luego a los que no compartían su visión chata de la existencia en una aldea.
Los vecinos de Boadilla han decidido, como en Gran Hermano, que se marche Ángel Galindo, portavoz de Alternativa por Boadilla, a la par que desaparece su partido personalista.
Galindo, la izquierda está ya suficientemente representada por opciones más modernas que la tuya. Y la derecha ha demostrado que el trabajo y esfuerzo da sus frutos, más que el mamoneo de afines del pueblo, que van dejando esta vida por una cuestión de edad.