No voy a entrar a valorar otra vez más el asunto de Ana Garrido, para eso ya están los jueces. Tampoco voy a recordar cómo consiguió entrar en el Ayuntamiento ni su amistad con la familia del Albondiguilla, voy a hablar de la concentración del pasado sábado.
¡Cuarenta personas! Y redondeando hacia arriba, porque algunos serían vecinos que pasaban por allí, que iban al cajero o que estaban sacando al perro. O que estaban en otra manifestación, de Coca Cola por ejemplo, que se apuntan a un bombardeo. Y entre esas cuarenta personas, representantes de los partidos de la oposición. No me extraña que acudieran, está muy bien luchar contra la corrupción. ¿Pero acudieron para eso o para ganar notoriedad? Contra la corrupción también ha luchado el Ayuntamiento de Boadilla, que se ha personado en el Caso Gürtel para reclamar lo que es de los vecinos.
Lo del sábado me pareció, desde el mayor de los respetos, una pantomima. El asunto está demasiado politizado, y es una pena. Me parece increíble que con la legión de seguidores que tiene Ana Garrido en Twitter, a la hora de la verdad sólo fuera capaz de reunir a ese número de personas, que si quitamos a los trabajadores de Coca Cola y a aquellos con intereses políticos, no sé si habrían llegado a una docena. Yo si fuera ella seguiría moviendo masas por la red y los medios de comunicación, porque está visto que a las personas de carne y hueso su problema no les parece tan importante como para salir de casa un sábado por la mañana.