¡Han vuelto las ruidosas cotorras argentinas! Y el Ayuntamiento de Boadilla del Monte debería, de nuevo, expulsar a esta especie invasora del municipio, como ya ha hecho en otras ocasiones obteniendo el preceptivo permiso del Área de Conservación regional de Flora y Fauna, para desmontar esos enormes nidos (algunos alcanzan los 150 kilos) que provocan por su peso graves daños en el arbolado. Considerando, además, que las ramas rotas al caer suponen sin duda un riesgo para los transeúntes.
De manera que no solo son molestos sus chirridos sino, mucho peor, lo dañinas que resultan como depredadoras para el entorno, puesto que la Miopsitta Monachu, ¡quién lo iba a decir viendo su frívolo plumaje verde!, no duda en destrozar sistemáticamente la vegetación para conseguir ramas de cualquier parte de la flora autóctona.
Se considera, de hecho, especie invasora; y como el Ayuntamiento de Boadilla ya debió lidiar con una de sus colonias en su momento, no estaría de más que ahora, conocido el procedimiento, plante otra vez cara a unas aves que, damos fe, resultan también bastante odiosas como mascotas.
