Quizá no deberíamos de dar ideas, pero lo que se denuncia en la calle Camino San Sebastián de Boadilla del Monte más parece una adaptación moderna, aunque un tanto más sofistica y tecnológica, del Cobrador del Frac que un simple servicio municipal. Y de eso se trata.
En Acción, un operario provisto de un soplador industrial que irrumpe de manera intempestiva, entre ocho y nueve de la mañana, exhalando cual toque de corneta su bufido matinal, que probablemente supere, por otra parte, el límite de decibelios autorizado por la vigente normativa municipal.
Lleva paso de convertirse en una leyenda urbana, idónea para asustar no solo a inocentes niños, sino también a cualquier adulto que en esa zona ose tener un horario distinto al del... llamémosle "Aguijón naranja", que actúa sin distinciones y con la misma obstinación a diario y en fin de semana, durante cerca de una hora, en viajes de ida y vuelta.
Alguien desde el Ayuntamiento debería de gritar: "¡Tiembla, Aguijón Naranja!" y terminar, muy en serio, con esta insidiosa tropelía.
